Si la
función de un pastor es la un entrenador entonces escoja y empiece a entrenar
para formarlos como lideres para iniciar la organización de grupos pequeños.
Antes de iniciar cualquier avanzada para la Grupos Pequeños es esencial
que pensemos en la formación de los primeros líderes. Nada podríamos hacer pese
a contar con un esquema de trabajo y con las estrategias a seguir, si no
disponemos de recurso humano suficientemente capacitado.
¿Cómo escogerlos? Con sabiduría. La misma que proviene de Dios. Y la
obtenemos en oración.
La decisión respecto a quiénes nos acompañarán en este proceso, debemos
asumirla con sumo cuidado, bajo la orientación divina. El propio Señor Jesús lo
hacía. Observe lo que hizo previo a la selección de sus discípulos. “En
esos días, Jesús se fue a un cerro a orar. Pasó toda la noche en oración. Al
amanecer llamó a sus seguidores, escogió a doce de ellos y los llamó
apóstoles...”(Lucas 6:12, 13. Nuevo Testamento la Palabra de Dios para todos).
Tome nota de tres elementos de suma importancia. Primero, la decisión
acerca de quiénes le acompañarían, no la adoptó en un abrir y cerrar de ojos.
Aunque el Señor Jesús tenía conciencia –al igual que usted—sobre la necesidad
de contar con un pequeño grupo de colaboradores, no se dejo mover ni por las
emociones, ni los lazos de amistad y menos por el convencimiento humano sobre
quiénes eran los más apropiados para asumir el compromiso y misión siguientes.
Segundo, antes de tomar cualquier decisión, llevó el asunto a la
presencia del Padre en oración. “Pasó toda la noche en oración con Dios”.
Tercero, comenzó con un grupo pequeño. Usted no requiere
“invariablemente” de doce colaboradores. Puede comenzar con dos o tres, quizá
con cinco o seis.
Es esencial que tengamos mucho cuidado con la selección del equipo de
colaboradores.
II.- Acompañamiento en el proceso de formación
Con frecuencia veo líderes que emprenden tareas eclesiales con un
entusiasmo enorme. Sin embargo desisten fácilmente. ¿La razón? Es probable que
no hayan estado preparados o tal vez, no recibieron una estrecha asistencia
representada en el asesoramiento para el desarrollo de sus tareas.
El acompañamiento es vital. Observe la escena que se produjo en los
comienzos del ministerio del Señor Jesús: “Jesús caminaba cerca del lago
de Galilea cuando vio a Simón y a su hermano Andrés. Los dos estaban lanzando
una red al lago porque eran pescadores. Jesús les dijo: Vengan conmigo. Yo les
enseñaré a ser pescadores de hombres”(Marcos 1:16, 17. Nuevo Testamento la
Palabra de Dios para todos).
A partir de esta sencilla
lectura aprendemos varias cosas. La primera, que el Señor Jesús veía en
aquellos dos hombres no a rústicos pescadores
sino a potenciales líderes. A su turno, debe llevarle a considerar que sus discípulos no necesariamente deben
tener titulación profesional.
Usted los formará para que aprendan los rudimentos del evangelio y su
proclamación. Conforme lo haga ellos podrán desarrollar su misión. Un segundo
aspecto es que el maestro fue enfático en señalar “Yo les enseñaré a ser
pescadores de hombres”(versículo 4). Es usted y nadie más que usted quien
capacitará a quienes serán los inmediatos colaboradores.
El propio apóstol Pablo veló en todo momento porque el acompañamiento a
sus seguidores fuera permanente, compartiendo con ellos el día a día tal como
escribió a la comunidad de Tesalónica: “Ustedes y Dios son testigos de
que cuando estuvimos con ustedes los creyentes, nos comportamos de una manera
santa, justa y honesta. Y saben muy bien que nosotros tratamos a cada uno de
ustedes como un padre trata a sus hijos. Los exhortamos, consolamos y animamos a vivir de una manera
que honre a Dios, quien los invita a entrar en su reino y en su gloriosa
presencia”(1 Tesalonicenses 2:10-12. Nuevo Testamento la Palabra de Dios para
todos).
La mejor enseñanza se imparte con el ejemplo y una presencia permanente
al lado del discípulo para conocer y contestar cada una de sus inquietudes.
III.-
Fundamental en una sólida doctrina.
En el mercado abundan muchos libros de diversos autores y acerca de
infinidad de temas. Admito que yo mismo leo mucho sobre la literatura cristiana
que inunda el mercado. Sin embargo he aprendido que no todas las lecturas
edifican y preparan a un líder para que ejerza su misión frente a un grupo
pequeño
Es necesario retornar a la senda antigua, es decir, aquella que se
fundamenta en las Escrituras. Sólo de esta manera tendremos un equipo de
colaboradores sólidamente arraigados en la doctrina de Cristo.
El libro de los Hechos señala que tras una poderosa intervención pública
de Pedro en Pentecostés “... los que hicieron caso a lo que Pedro decía
fueron bautizados. Este día se unieron al grupo de creyentes más de tres mil
personas. Ellos estaban dedicados a aprender lo que los apóstoles les
enseñaban. Compartían lo que tenían, participaban de la cena del Señor y
moraban juntos”(Hechos 2:41, 42).
¿En qué se afirmaban los nuevos
creyentes que posteriormente se convertirían en multiplicadores del evangelio?
Se fundamentaban en las enseñanzas impartidas por los apóstoles.
Un poco más adelante, el apóstol Pablo exhortó a la comunidad cristiana
de Tesalónica “A través de las buenas noticias les hemos enseñado, Dios
los ha llamado a la Salvación... Hermanos, sigan fueres y crean en las
enseñanzas que les hemos dado, en lo que escucharon de nosotros, y en lo que
les hemos escrito por carta”(2 Tesalonicenses 2:14, 15).
IV.-
¿Dónde y cómo se forma a los líderes?
Una estrategia apropiada puede ser a través de una reunión semanal
solamente con los líderes. En lo posible, en un espacio neutro distinto de la
iglesia.
Es aconsejable que el encuentro no transcurra como normalmente las
sesiones que se desarrolla en el templo. En absoluto. Recomendamos que todo se
desenvuelva con un cariz de informalidad, sin que esto por supuesto, vaya a
restar seriedad y profundidad en el evento.
V.- El objetivo: Reproducir discípulos en otros discípulos
Cuando haya cimientos
doctrinales en un líder o discípulo, podemos pasar a la etapa final: enviarles,
es decir, ponerlos al frente de un grupo pequeño .
El apóstol Pablo en su carta a Filipos escribe:”Hagan todo lo que
les enseñé, todo lo que aprendieron al verme y oírme, y el Dios de paz estará con
ustedes.”(Filipenses 4:9).
También en la segunda comunicación que le dirige a Timoteo, escribe: “Has
escuchado mis enseñanzas confirmadas por muchos. Ahora enséñalas a creyentes
dignos de confianza, quienes a su vez, puedan enseñárselas a otros”(Filipenses
2:2).
Reproducirse en más discípulos es una de las metas a las que
necesariamente tenemos que llegar, y vamos a lograrlo con una adecuada
preparación de los líderes que serán quienes asuman con pasión el liderazgo de
formar grupos pequeños y multiplicarlos.
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