No es desconocida una de las metáforas utilizadas para describir la relativa realidad de alguna iglesia que pasa por dificultades. La declaración: “es que la iglesia es un hospital”, la he escuchado tantas veces. Y no sólo eso sino que en esa metáfora, Dios es el Médico de médicos, y sin duda lo es.
Pero, si la iglesia es un hospital y entendemos que iglesia llegamos a ser todos los miembros de ella, ¿quiere decir que es un hospital lleno de enfermos?
Pues bien, quiero decirles que en un hospital no hay sólo enfermos y un médico, sino que hay enfermeros también, o sea colaboradores del médico a favor de los enfermos. Desde esta perspectiva entonces, permítanme matizar esta famosa metáfora del hospital (con el permiso de los especialistas en Salud).
En el hospital de Dios, que es
Cuando explicaba a mis hermanos esta metáfora un carismático feligrés me miraba con carita triste, y acercándome hacia él le dije si estaba todo bien, y él me respondió que no tanto porque, decía que de acuerdo a esa metáfora, en la iglesia hay enfermos y enfermeros, y los enfermos generalmente mueren y él creía que era enfermo pues no trabajaba por otros aún, y estaba destinado a morir tal vez.
Le dije que un enfermo puede sanar, por ello está en el hospital de Dios, la cura la tiene el Médico y uno de los remedios es una dosis abundante de trabajo misionero a tiempo y fuera de tiempo. Ahora, ¿quién dice que un enfermero no se enferma? Claro que se enferma, eso quiere decir que es de carne, y también puede dejar de obrar a favor de otros, pues algunos enfermos probablemente le podrían haber contagiado su enfermedad.
¿Enfermero o enfermero?
Entonces, de acuerdo con esta sencilla metáfora, al analizar nuestras vidas ¿somos enfermos o enfermeros? Recuerden que un enfermero trabaja a favor de otros, y es fiel colaborador de Dios, el Médico de médicos.
Estudié enfermería en
Para la enfermería, el ser humano debe ser entendido en un todo, es decir integralmente. Es muy diferente a los enfermeros y médicos de hace un siglo o un siglo y medio aproximadamente, quiénes entendían al enfermo o paciente como alguien que debe ser tratado únicamente en su aspecto físico. No obstante, esa idea ha evolucionado, y hoy por hoy, se entiende que la salud es el bienestar integral de la persona, al menos así, lo define
Como vimos en uno de los capítulos anteriores, en Jesús tenemos al mejor ejemplo en todas las áreas de la vida. Y en su ministerio ejemplificó su preocupación por ser humano a nivel integral: enseñando, predicando y sanando; apuntando al aspecto mental, espiritual y físico.
Entonces, si Jesús es nuestro ejemplo, debemos ver a cada persona como alguien completo, que debe ser considerado en su aspecto emocional, físico, social y lo más importante, espiritual.
Yo quiero ser un enfermero de Dios
El día en que acepté a Jesús a través del bautismo decidí ser pastor, desgastarme predicando el evangelio. Pero ¿eso requería que estudie teología, y abandone mi carrera en marcha, es decir enfermería? Tal vez no, pero Dios quién nos escogió antes de la fundación de este mundo (Ef. 1:4) y que conocía mis días aunque no haya existido ni uno (Sal. 139:16), tenía un propósito para mí y la tiene (Sal. 138:8), inspiró a mi novel vida a través del Espíritu Santo, y sin pensarlo mucho me enrrolé a las filas del Ministerio de Publicaciones (colportaje), e inicié mi aventura de fe, en
Hoy, me considero un enfermero, aunque haya abandonado mi carrera hace muchos años, pero soy enfermero de Dios, en su hospital, pues cada día trabajo a favor de otros.
Probablemente tu caso será diferente, tal vez sí eres enfermero de profesión, o tienes alguna otra profesión u oficio, sea cual sea en el hospital de Dios, sólo hay dos grupos, el grupo de los enfermos, y el de los enfermeros. Yo decido una vez más ser ENFERMERO, dejar de ser un enfermo, y trabajar a favor de otros, ser una bendición para muchos que viven enfermos dentro del hospital, o fuera de ella. Yo decido ser un enfermero, ¿y tú?
Fuente:
Heyssen J. Cordero Maraví, A los pastores de grupos pequeños (Lima: Editorial Imprenta Unión, 2011), 87.
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