FORMANDO
LÍDERES, MULTIPLICANDO ESPERANZA
Por
Heyssen J. Cordero Maraví
@HeyssenCordero
Pastor distrital en la Asociación Peruana
Central
El
grupo pequeño “Siervos de Jesús”, llegó a tener 35 miembros
después de una campaña de evangelismo. Ahora son un grupo gigantesco. El líder está emocionado y quiere que, en la siguiente
Junta de Iglesia se apruebe la formación de un nuevo grupo pequeño. Necesitan dividirse pues han pasado el número ideal que es de ocho a diez miembros.
Hace aproximadamente
treinta años que la Iglesia Adventista viene tratando el tema de los grupos pequeños con
mucho interés.[1]
Y sin duda, hoy, constituye uno de los énfasis más marcados en la
iglesia. No obstante, y aunque estamos avanzando ¿por qué no han logrado
consolidarse como se esperaba? Cada año las iglesias forman nuevos grupos
pequeños, y en algunos o en muchos casos, después de algún tiempo tienen que
hacer una “reorganización” o “reestructuración” volviendo a empezar de cero. Lo que estamos diciendo no es ajeno o nuevo. Con frecuencia vemos o somos parte de éste fenómeno nada
grato.
En la República del Perú, existen miles de
grupos pequeños realmente extraordinarios. Reales, y no solo nominales, que
hacen una obra de avanzada en pro de la predicación de Cristo de manera impresionante.
Pero existen también grupos pequeños que no tienen el mismo éxito. ¿Por qué esa diferencia? La respuesta se encuentra, según mi experiencia, en el modo en que fueron formados esos grupos.
Sencillo y simple. El éxito o fracaso de un grupo pequeño tiene que ver con su
nacimiento. Dime cómo nació el grupo
pequeño, y le diré como está ahora.
En ese
sentido, éste artículo tiene el propósito de mostrar en qué consiste la
multiplicación de grupos pequeños y cómo se logra según la Biblia. No presentamos modelos ni reglas[2] sino
principios pues es la manera en que los grupos pequeños revolucionan la
iglesia.[3]
La ley natural de la multiplicación
Hace aproximadamente seis mil años, el primer viernes,
Dios le dijo a Adán y Eva después de bendecirlos: “Fructificad y multiplicaos…” (Gen. 1:28). Y es que todo lo que Dios
creó está regido por una ley natural. La ley de la siembra y la cosecha es una que no puede cambiar. Todo lo que se siembra se cosecha (Gal. 6:7) y se
cosecha multiplicado. Siembras un
grano de maíz y cosechas cientos de granos. La ley de la
multiplicación es la marca registrada de toda creación de Dios. Debemos entender, entonces, que la multiplicación es una ley
natural de Dios y ser obedientes al mandato: "Fructificad y multiplicaos” (Gen. 1:28) e “id, y haced discípulos a todas las naciones” (Mt. 28:19 cf. Prov. 11:30; Hch. 5:15; 6:7).
La formación de nuevos dirigentes
El principio básico para la formación
de nuevos grupos pequeños (o multiplicación de ellos) es tomar tomar la formación o entrenamiento de líderes como prioridad. Es
necesario, para ello, tomar en cuenta los consejos de Jesús a través de su
ministerio y su Palabra. A continuación, presentamos cuatro pasos para una multiplicación
de grupos pequeños tal como nos enseñó el mejor y mayor líder, Jesús.
Primer paso: ORAR
Puede sonar obvio, pero es más que serio
de lo que parece. “Rogad al señor de la
mies que envíe obreros a su mies” (Mt. 9:38). El primer paso para la
multiplicación de grupos pequeños es la oración.
Después de ver al pueblo de Israel, “desamparad[o] y dispers[o]” como ovejas sin
pastor - males
de la iglesia también hoy-,[4]
Jesús nos dice que hay mucho obra por hacer, y nos dice que debemos “rogar” para que Dios envíe obreros a su
mies; es decir líderes que sean capaces de pastorear a las ovejas de
Israel como Dios quiere (Jer. 3:15). En esta oración, la palabra griega que se usa para “rogad” es deomai, que significa
“suplicar”, “pedir encarecidamente”, “implorar”. ¿Te das cuenta de que es mucho
más fuerte que “orar” así a secas?[5]
Es necesario que seamos conscientes del problema
de nuestra iglesia: pocos obreros, pocos líderes para pastorear (Mt. 9:37 cf. 1 Ped. 2:9). Oremos,
oremos y oremos. Es momento de clamar fuertemente por ayuda del cielo para esto.
No pretendamos formar un nuevo grupo pequeño si
no hemos pasado tiempo orando para ello. Dios sabe nuestra necesidad.
Necesitamos crecer, multiplicarnos como iglesia.
La gran pregunta que surge entonces es,
¿cuánto tiempo estamos orando para que Dios envíe nuevos líderes? Si deseamos
que los grupos pequeños se multipliquen, debemos empezar con lo que Jesús nos
dijo, “rueguen” por nuevos líderes.
Segundo paso: DISCIPULAR
La
Biblia destaca, “y estableció a doce para
que estuviesen con él y para enviarlos a predicar” (Mr. 3:14). El segundo
paso para la multiplicación es el discipulado.
Es preciso
señalar que el discipulado es real en el ministerio de Cristo, Jesús llamó para
formar discípulos.[6] Pero no un discipulado desde un seminario, un libro
o un púlpito; sino un discipulado práctico. Debemos ser conscientes de que el
verdadero discipulado no es un evento sino un proceso; no es un programa sino
un estilo de vida; no es de unas horas o día sino de años.
¿En qué consistió el verdadero discipulado según
Jesús? La Biblia nos dice que para
hacer discípulos Jesús formón un GRUPO PEQUEÑO. Pudo hacerlo de otra forma,
pero eligió hacerlo a través de un grupo familiar[7] (porque
somos hermanos, tenemos un mismo Padre celestial y Jesús es nuestro amigo). Así,
los grupos pequeños forman el ambiente natural[8] para
el progreso del discipulado.
¿Qué
hacía Jesús, como líder, en su grupo pequeño? Les enseñó a “ESTAR CON ÉL”, esto
es comunión; e “IR A PREDICAR”, esto es misión.
No
puede haber multiplicación de grupos pequeños si no tenemos grupos pequeños discipuladores, es decir que enseñen la
COMUNIÓN y la MISIÓN. Si un grupo pequeño solo sirve para cantar, reír y hacer
vida social debemos detenernos un poco: entendamos que es relacional, no social. El grupo pequeño debe ser un centro de
entrenamiento de futuros líderes de grupos pequeños. No pretendamos multiplicar
grupos pequeños si no hemos formado discípulos o líderes en grupos pequeños, pues cuando fallamos en hacer
discípulos, automáticamente también fallamos en el cumplimiento de la Gran
Comisión.[9]
Tercer paso: EVANGELIZAR
“¿Cuál es la misión de la iglesia? ¿Por qué
estamos aquí? Así como la iglesia tuvo un comienzo divino, también tiene una
misión divina”.[10]
“después llamó a doce, y comenzó a
enviarlos de dos en dos” (Mr. 6:7). El tercer paso para la multiplicación
es el evangelismo, pero no un
evangelismo cualquiera sino un evangelismo de
dos en dos. La misión no es opción para los nacidos en Cristo. El
evangelismo no es solo a través de estudios bíblicos, hay muchas formas, pero
el fin es el mismo: llevar almas a los pies de Jesús, y “solo cuando la iglesia se disperse como sal en este mundo
puede ser verdaderamente una iglesia de la gran comisión”.[11]
Cristo entrenó a los doce apóstoles como discípulos en un grupo familiar, o grupo pequeño para después enviarlos de dos en
dos. La mensajera del Señor destaca: “Es necesario que dos personas trabajen juntas, pues la una puede animar a
la otra y juntas pueden aconsejarse, orar y escudriñar la Biblia”[12]. Después
de ser entrenados, los discípulos fueron enviados a poner en práctica todo lo
aprendido. Jesús no era un líder teórico, sino un líder práctico. No solo les
dijo qué debían hacer, sino cómo debían hacerlo.
Hablando de cómo envió Jesús a evangelizar a sus
discípulos, Elena G. de White declara: “Llamando a los doce en
derredor de sí, Jesús les ordenó que fueran de dos en dos por los pueblos y
aldeas. Ninguno fue enviado solo, sino
que el hermano iba asociado con el hermano, el amigo con el amigo. Así podían ayudarse y animarse mutuamente,
consultando y orando juntos, supliendo cada uno la debilidad del otro.”[13] Y precisa que no alcanzamos el éxito en el cumplimiento de la misión porque no
seguimos el ejemplo de Cristo: no nos organizamos como quiere que lo hagamos,
es decir en GRUPOS PEQUEÑOS con PAREJAS MISIONERAS. Si
mi grupo pequeño no vibra, no sueña con llevar almas a los pies de Jesús, no está
preparado para multiplicarse. Jesús nos enseñó cómo; hay que seguir su ejemplo.
Cuarto paso: FORMAR UN NUEVO LÍDER
Para poder vencer la crisis del liderazgo, una
segunda línea de liderazgo debe ser entrenada y capacitada[14]. Pablo dijo a Timoteo: “lo que has oído de mí
ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para
enseñar también a otros” (2 Tim. 2:2). El cuarto paso para la
multiplicación es formación de un nuevo
líder. Melchor A.
Ferreira aseveró que el plan de los grupos pequeños, y sus líderes “no debe ser
por elección y nombramiento, sino por inspiración y entrenamiento.”[15]Con
toda razón, Elena G. de White menciona: “Cada iglesia debe ser una escuela
práctica de obreros cristianos”.[16]
Necesitamos entender que como líderes y pastores que debemos preparar, entrenar
y capacitar a nuevos líderes. Una de las formas es la Escuela de Líderes de
Grupos Pequeños (como se le conoce en la Unión Peruana del Sur) donde el pastor
distrital es el director y maestro.
Cuando Jesús ascendió a los cielos, todos los
discípulos (los once que quedaban) se separaron y fueron a distintos lugares
para cumplir la magna misión de Cristo. Su obra fue tan extraordinaria que
Pablo dijo a los romanos: “vuestra fe se
divulga por todo el mundo” (Rom. 1:8). Los Judíos de Tesalónica declararon: “éstos que trastornan el mundo
entero también
han venido acá” (Hch. 17:6). ¡Esto es multiplicación de
líderes por un grupo pequeño! ¡Qué impresionante! ¡Un pequeño
grupo de hombres sencillos en las manos de un Dios maravilloso transformaron el
mundo!
Si
queremos que la iglesia sea una iglesia ganadora, si deseamos ver a una iglesia
que tenga grupos pequeños multiplicadores debemos empezar a formar nuevos líderes,
nuevos líderes para formar nuevos grupos pequeños. Por eso se llama MULTIPLICACIÓN y NO DIVISIÓN de grupos pequeños, pues cuando multiplico, SUMO; y
cuando divido, RESTO.
Jesús no preparó miembros, él preparó líderes.
Por eso Pablo convencido de ese principio de liderazgo encarga a Timoteo la
tarea de discipular formando nuevos líderes. No lo hagas solo, entrena líderes. Tu grupo pequeño ¿ya formó a un nuevo líder? Tu grupo pequeño ¿se va a
multiplicar? No formes un
nuevo grupo pequeño sino has preparado un nuevo líder.
Y entonces, ¿qué hacemos?
¿Qué consejo le darías al líder
del grupo pequeño “Seguidores de Jesús” que está emocionado por tener un grupo
tan numeroso? Le podríamos decir: “Si deseas que tu
grupo pequeño se divida, entonces házlo; pero si deseas que tu grupo pequeño
se multiplique, entonces debes tener
la seguridad de haber formado un nuevo líder capaz de reemplazarte
eficazmente”.
La multiplicación de grupos
pequeños no depende de los número de miembros, sino de los nuevos líderes que
tenemos para pastorear como Dios quiere (Jer. 3:15). Dios quiere una iglesia multiplicadora. Dios llama a líderes apasionados en cumplir la misión de
multiplicarse, para impactar al mundo con esperanza. Pero debemos ir con calma, y con la seguridad de que, si hacemos las cosas tal y como Jesús quiere, cosecharemos
resultados extraordinarios.
Pr. Heyssen J. Cordero
Maraví
DISTRITO MISIONERO DE CIENEGUILLA
ASOCIACIÓN PERUANA CENTRAL
UNIÓN PERUANA DEL SUR
Artículo publicado en la REVISTA ADVENTISTA para Sudamérica en Septiembre del 2014.
[1]Para un breve resumen del surgimiento de los grupos pequeños en la
iglesia adventista de Sudamérica, véase: Isabel y Daniel Rode, Crecimiento. Claves para revolucionar su
iglesia (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2003), 87-93.
[2]Walter y Viviana Lehoux, En
las manos de uno que no falla (Buenos Aires: Asociación Casa Editora
Sudamericana, 2008), 32.
[3]Melchor A. Ferreira Castillo, Quiero
organizar grupos pequeños, ¿qué hago? (Buenos Aires: Asociación Casa
Editora Sudamericana, 2003), 16.
[4]Marco A. Huaco, Compartiendo
esperanza (Lima: MEGAGRAF, 2008), 15.
[5]Derek J. Morris, La oración
radical (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2010), 22.
[6]James A. Cress, Los conservas,
si los cuidas: cómo ayudar a los miembros a permanecer en la iglesia (Buenos
Aires: ACES, 2005), 13.
[7] Elena G. de White, El Deseado
de todas las gentes, 315.
[8]Aguinaldo Leonidas Guimarães, “Yo también los envío”, Revista del Anciano (Abril – Junio
2012), 24.
[9] Paulo Godinho, “Nuestra misión: Hacer discípulos”, Revista del Anciano (Julio – Septiembre
2012), 15.
[10] Jonas Arrais, Se busca un
buen pastor (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2011), 99.
[11]Russell Burrill, Discípulos modernos
para iglesias revolucionarias (Buenos Aires: Asociación Casa Editora
Sudamericana, 2008), 15.
[12] Elena G. de White, El
evangelismo (Buenos Aires: ACES, 1978), 59.
[13] Elena G. de White, El Deseado
de todas las gentes, 316.
[14] N. Ashok Kumar, “La segunda opción”, Revista Ministerio adventista (Mayo – Junio 2013), 16.
[15]Melchor A. Ferreira Castillo, Quiero
organizar grupos pequeños ¿qué hago?, 12,13.
[16] Elena G. de White, Servicio
cristiano (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2007), 47.
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