miércoles, 19 de agosto de 2009

LOS GRUPOS PEQUEÑOS: “MI CONFESIÓN"


“La cuestión no es solo saber, sino creer...”
Pastor- me dijo uno de mis ancianos de iglesia más perspicaces de mirada preocupada- ¿no hay otro texto que sea más convincente que el que todos los pastores usan para tratar de hacernos entender que, los grupos pequeños son el plan de Dios?
Debo confesar que su pregunta me dejó perplejo, no porque no tuviera una respuesta a su incógnita, sino porque estaba, a mi entender, insinuando probablemente que la profeta del Señor, Elena G. de White, carecía de importancia, o que no tan autoritativa.
Como la pregunta me la hizo frente a casi sesenta hermanos, líderes de mi distrito, a “boca de jarro”. Para imponer respeto y demostrar mis conocimientos le respondí con firmeza: “mira hermano, quiero que entiendas algo antes de nada que Elena G. De White es profeta de Dios, y si eres adventista creo que eso lo sabes. Y si sabes eso ¿no entiendo el porqué de tu pregunta?, ¿Crees que Elena G. de White, no es autoritativa?”- No pastor, para nada- me respondió con una sonrisa entre sus labios- mi pregunta es en torno a que siempre se usa ese pasaje, no lo digo por usted únicamente “La formación de los Grupos Pequeños como base del esfuerzo cristiano, fue presentado por Uno que no pude equivocarse”[1], y creo que si es un plan de Dios, debe estar plasmado en toda la Biblia o el Espíritu de Profecía.
El anciano, tenía razón. Lo entendí muy bien. Yo mismo había notado antes ese detalle. Cuando era estudiante de teología, un profesor constantemente nos animaba a ver el tema de los Grupos Pequeños de manera apasionada. Y la verdad aparentemente su único texto de batalla era el texto famoso del Servicio Cristiano. En realidad algunos otros, que para ser sincero eran similares.
Apreciado hermano- le dije, logrando entender su inquietud- tiene usted mucha razón en su cuestión. El tema de los Grupos Pequeños, no se limitan solo a ese famoso texto, de hecho, la Biblia en todo su desarrollo registra que el pueblo de Dios empezó y se desarrolló en Grupos Pequeños…

Mi confesiónLa pregunta de aquél hermano, me hizo recordar mucho a mis tiempos de estudiante en la facultad de teología. En realidad, no solo yo, sino varios compañeros y algunos profesores.
Cuando escuchaba seminarios y capacitaciones sobre la gran importancia de los Grupos Pequeños, y otros temas relacionados. Personalmente intentaba auto motivarme para creer y trabajar en Grupos Pequeños como un plan de Dios. Y la verdad se me hacía muy difícil solo leyendo el famoso texto inspirado del libro Servicio Cristiano de Elena G. de White y algunos otros. Acostumbrado talvez, a que mis cuestiones eran respondidas en la Biblia y el Espíritu de Profecía en uno y otro texto, el asunto de los Grupos Pequeños, en cambio, se me hacía no fácil.
Fue eso lo que me motivó a interesarme en el tema. Consulté varios libros, y la mayoría de libros sobre Grupos Pequeños son evangélicos, enseñándonos sobre las “células o pequeños grupos, etc.”, no tengo nada en contra de los evangélicos, pero creo que no hay necesidad de buscar pasto en otro campo, si tenemos los mejores.
En mi afán me encontré con algunas obras, y la verdad ayudaron mucho, sin embargo, habían algunas literaturas que simplemente caían en algunos errores. Con el fin de encontrarle raíz en la Palabra de Dios, hacían hablar al texto cosas que de seguro si, sus autores vivieran hoy nos les pedirían cuentas. Decir por ejemplo que, los Grupos Pequeños tienen su inicio con Dios allá en el cielo y que el primer Grupo Pequeño lo conformaron Dios el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, es simplemente hacer ni siquiera homilética, sino alegorías como en el antaño en Alejandría.
Por ejemplo, algunas obras ensalzan y admiran a la mega iglesia coreana de más de 30 000 miembros. Sinceramente no me parece estupendo, ni nada alentador la famosa iglesia del pastor coreano David Cho. Puede ser una mega iglesia y que su base sea la de Grupos Pequeños. Pero, personalmente creo que su enfoque está errado. Si cada Grupo Pequeño cumpliría su misión esa iglesia no sería una mega iglesia. Es como si en Lima no se construyeran iglesias y todos los adventistas se congregarían en un solo templo. No necesitan estar en Grupos Pequeños todavía para tener esa mega iglesia.
Además lo que generalmente no cuentan de esa iglesia es que para los cultos dominicales no hay espacio muchas veces, por lo que tienen que reunirse otro día. Es por ello que en esa mega iglesia hay culto todos los días. Algunos me pueden decir que estoy hablando piedras, pero deben ser concientes que si de verdaderos Grupos Pequeños se habla, esa mega iglesia es el peor ejemplo. Tendrán sus miles de Grupos Pequeños o células, pero no cumplen su misión haciendo de sus casas iglesias, es decir expandirse territorialmente o haciendo otras iglesias: Templos. Porque a sus pastores les conviene centralizarlos por asuntos económicos básicamente.
No obstante, después de mi búsqueda respecto al tema de los Grupos Pequeños, la Biblia y el Espíritu de Profecía se encargaron de darme la luz necesaria.
Así que por la gracia de Dios pude, bíblicamente y a través del Espíritu de Profecía entender bien el asunto de los Grupos Pequeños. Hoy creo, vivo, trabajo y enseño en base a los Grupos Pequeños. Sin duda alguna, Dios tiene un propósito para nuestra iglesia, siempre la tuvo, y tú eres parte de ese plan.
Tal vez eres un líder, un anciano, o un pastor, y aún no has llegado a entender sobre este tema tan “trillado”. Y no es que no sepas cómo se organiza un G.P, o cuántos lo conforman, qué se hace, etc. Probablemente tienes un Grupo Pequeño, te reúnes, pero hasta ahora no le encuentras sentido, crees que lo mejor es volver a los templos, como “antes”.
Sabes, me sentí como tú. Yo predicaba sermones y sermones sobre los Grupos Pequeños, pero mis iglesias no funcionaban, mi Grupo Pequeño mismo no funcionaba, a pesar de que hacía todo lo que los manuales de la Asociación decían. Todo mi esfuerzo era en vano, y no entendía porqué, no obstante, hoy entiendo, que jamás podrás tener una iglesia, un grupo pequeños óptimo, que dure años, si en primer lugar tú, no crees en los Grupos Pequeños como un plan de Dios.
Puedes tener los mejores, libros, tener estrategias, métodos, y la capacidad, pero si no crees que los Grupos pequeños son parte del plan de Dios, nunca podrás a tu iglesia viendo en Grupos Pequeños, Creciendo en Grupos Pequeños, simplemente porque no crees. La Biblia enfatiza la importancia de creer. Creer está relacionado con la fe.
Te invito a leer esta pequeña obra con mucha oración. Con mente fresca para poder entender este maravilloso plan de Dios.
LOS GRUPOS PEQUEÑOS: “EL PUNTO DE PARTIDA...”
“El punto de partida de cualquier tema debe ser la Biblia, la palabra de Dios”
Caso 01
Recibí la visita de un testigo de Jehová. Le atendí cordialmente, y me dispuse a escucharle, cuando de pronto se asomó a la puerta el director de jóvenes de mi iglesia central. Me dijo “Hola pastor, buenos días, disculpe creo que volveré más tarde”. Le dije que me parecía bien y continué la charla con mis visitantes. Uno de ellos me dijo sorprendido: “¿es usted pastor?” le respondí afirmativamente y le dije: “soy pastor adventista del Séptimo Día ¿hay algún problema amigo?”. No- me dijo- solo que no sabía que esta casa era adventista. Hace meses vine y vivía otra persona.
La charla se tornó muy amena por las preguntas que les hacía y lo incómodos que se sentían, pues no hallaban respuestas. Yo nos los atacaba, sino que me mostraba como con dudas y que ellos podían ayudarme. Finalmente les dije que me gustaría que me visitasen para que me den respuestas a las cuestiones que les hice. Sin embargo, uno de ellos me dijo: “usted es teólogo, y sabe mucho. Por eso nos hizo preguntas que la verdad no las tenemos en los libros de la sociedad y por eso no las podemos responder. ”

Caso 02
Colportando en la ciudad de Iquitos, me entrevisté con un evangélico. Al darse cuenta de que era yo cristiano, y que me gustaba jugar fútbol, me dijo muy preocupado: “querido hermano, ¿tu pastor no se enoja porque juegas fútbol? Porque mi pastor nos enseña que jugar fútbol es jugar el juego de hombre, del diablo”.
Le respondí sorprendido, con una sonrisa: “es que nosotros estamos acostumbrados a que nuestro pastor nos responda con la Biblia y en la Biblia no encontramos prohibiciones acerca del fútbol, además mi pastor juega con nosotros”. Los ojos del evangélico se tornaron brillantes y grandes y exclamó: “¿por eso mi pastor dice que ustedes son una secta diabólica?”
Le miré fijamente a los ojos y con voz suave le dije: “¿me puede mostrar dónde dice que los que juegan fútbol son diabólicos?” Miró su Biblia y me dijo: “váyase, mi pastor dice que no debemos juntarnos a conversar de la Biblia con los sabáticos”.
Bueno –le dije- me gustaría saber de donde le dijo eso su pastor.

Caso 03
Este es un caso adventista (para variar). En una junta de iglesia uno de los dirigentes arremete contra otro diciéndole: “usted tiene la culpa, además no tiene moral para hablar del asunto, usted es así…” a lo que el último responde: “¿así?, pues debes saber que sé mucho de ti y prefiero callarme porque no soy un hipócrita como tú…”
Me quedé impactado porque al parecer se habían olvidado de que me encontraba presente. Yo era el pastor. Interrumpí la discusión, y les dije: “hermanos ya basta. Por favor cálmense”. Gracias a Dios me hicieron caso. Al ver que accedieron, me sentí con la autoridad para exhortarles ahora o nunca. El mensaje debía ser escuchado por todos, pues en menor o mayor grado en todo el tiempo de la junta, la mayoría había actuado así.
Les dije: “Hermanos, estoy muy apenado, es una iglesia grande. Son ustedes de experiencia y no es posible que se traten así. Ustedes son los líderes de la iglesia, ¿qué puedo esperar de los que no son líderes, si ustedes se maltratan y se hablan como si no fueran hermanos. Por favor queridos hermanos, por amor a Dios y, mientras yo esté en este distrito, no deseo que se repite otra vez. El que quiera opinar mal de su hermano, que guarde sus comentarios y antes vaya y aplique el consejo de Mateo 18. Por favor hermanos, no deseo ver este cuadro otra vez.”
Los hermanos se quedaron callados, pero me asustó la forma de sus rostros. A leguas se notaba que estaban muy enojados conmigo y que querían decir algo. Un hermano interrumpió e intentó hilar una frase, pero le corté y le dije: “hermano por favor levante la mano si deseo opinar”. El hermano me miró y levantó la mano y me dijo: “¿Ahora si?”. Sí- le dije.
Bueno- me dijo- soy adventista de cuna, he sido anciano casi 20 años, he leído el manual de iglesia varias veces y a parte de eso, muchos pastores con mucha experiencia han pastoreado este distrito. Y la verdad es la primera vez que un aspirante a pastor nos diga que no podemos decirnos nuestros errores en la junta. Todos los pastores nos han enseñando en que lo que se hace en la junta se queda en la junta. Y ¿usted viene ahora a querer cambiar y decirnos que no podemos decirnos y hablarnos con franqueza? Nosotros somos maduros, viejos, no somos chiquillos.
La verdad, muchos hermanos asintieron su cabeza en señal de aprobación con lo dicho por el hermano. Si no actuaba sabiamente esta junta sería mi talón de Aquiles. Así que dije con serenidad:
Usted dice que es adventista de cuna, ha leído el manual de iglesia varias veces- cogí mi manual de iglesia y lo mostré- y que los pastores anteriores a mi que tienen más experiencia siempre han apoyado que ustedes se hablen directamente sin pelos en la lengua y que ustedes son maduros y todo lo demás. Toma mi manual de iglesia y te doy todo el tiempo que quieras para que me muestres lo que según usted es lo que se debe hacer. Y por favor respóndame y enséñeme pues puedo estar equivocado.
La reunión se tornó muy fría. El hermano tomó el manual de iglesia y lo ojeó para finalmente decir: “no me acuerdo pastor”.
Bien- le dije- quiero que sepan o recuerden que la Biblia es hermosa porque hay principios para que podamos regirnos en todo aspecto. Le aconsejo que relea su manual y Mateo 18.
La junta continuó. Y había que observar un nombre, pues era propuesto para un cargo. Pregunté: “¿hay apoyo para esta propuesta?” y al ver que la había pregunté “¿alguna observación?” y uno de los ancianos me dijo en voz baja “pastor, que salga a ver si está lloviendo afuera”, y algunos que escucharon, se rieron a carcajadas. Sonreí también y les dije: “Lo que propone el hermano ¿es correcto?” y a voz todos dijeron “¡sí!” Les dije que me mostraran con el Manual de Iglesia donde dice eso.
Uno de los hermanos me dijo. Pastor así siempre se hace. Todos los pastores hacían así, y bueno creemos que debe ser así.

Analizando los casos El primer caso. ¿Qué problema tenían los testigos de Jehová? Simple, el problema que tenían para responder mis inquietudes era que no tenían entre sus libros respuestas a mis cuestiones. Es decir sus libros no podían darme respuestas. Y es que sus conocimientos no se basan en la Biblia sino en las literaturas de la Sociedad, aunque digan lo contrario.
El segundo caso. ¿Qué problema tenía el evangélico? Sencillo, los conocimientos que él poseía estaban basados en las palabras de su pastor. “Mi pastor dice”, “mi pastor nos enseñó”, etc. Qué triste sería que un Adventista del Séptimo Día dijera: “mi pastor dice”, “así dice el pastor Bullón”, etc. Los conocimientos del evangélico se basaban en las palabras de su pastor, de un hombre.
El tercer caso. ¿Qué problema tenían algunos hermanos de la junta? Fácil, serían lo que otros habían hecho. Es decir, hacían las cosas porque lo habían visto. Así, sus conocimientos no estaban basados en lo que realmente era sino en lo que otros habían hecho.

El punto de partida…Todo tiene un génesis, un principio, un origen. La Biblia nos habla de nuestros orígenes. El libro de Génesis por ejemplo, es un libro muy rico respecto a este asunto. El origen mundo, de la vida, del matrimonio, por supuesto, de la maldad en la tierra, pero también, del perdón, podemos encontrar el principio del pueblo de Dios. En fin, todo tuvo un comienzo.
Así, la iglesia de Cristo también tuvo un origen, un principio, un génesis. ¿Y los Grupos Pequeños?
Cuando hablamos de la iglesia de Dios y los Grupos Pequeños, es necesario e imprescindible en verdad, para poder entenderla en esencia, hacer un recorrido histórico a través de la Biblia y del Espíritu de Profecía. Pues, el punto de partida de todo tema, como bien aseveró Horne P. Silva en su definición de culto, debe ser la Biblia, la palabra de Dios.[1]
Así, debemos partir de la Palabra Inspirada. Nuestros conocimientos se deben basar en ellas. En la Biblia y el Espíritu de Profecía. De otro modo, no habrá un valor significativo.
La iglesia está atravesando los momentos finales de la historia universal. Esto parece absurdo en la mente de no pocos. ¿Qué le está pasando a la iglesia? Es importante volver a nuestros orígenes. Volvámosla principio, a la Biblia. Pues volviendo a los orígenes encontraremos un Futuro con Esperanza.
REFERENCIA:

[1] Elena G. de White, Servicio cristiano (Buenos Aires: ACES, 2002), 72.
[1]Horne P. Silva, “Un modelo de culto”, Ministerio Adventista (mayo-junio), 2000, 21.

miércoles, 12 de agosto de 2009

Lo único que le diferencia a una persona de otra

¡Sí, se puede!...en Perú
Sin duda, la declaración anterior lleva a las mentes a recordar con gran alegría, las sonrisas que dibujaron un grupo de personas tan iguales a los otros equipos, pero tan diferentes a la vez. Al menos eso fue lo que demostraron. Hablar hoy de Cienciano del Cuzco, club de fútbol peruano, no es igual considerando lo que lograron el 2003 y 2004.
En la actualidad el club cuzqueño sigue en marcha, con más glorias, pero no vuelve a campeonar o lograr títulos similares a los que logró. ¿Por qué? Siguen siendo Cienciano del Cuzco, pero los jugadores no son los mismos, el entrenador no es el mismo, la motivación de los jugadores no es el mismo. Fredy Ternero, el que fuera el entrenador y guía de aquellas glorias, escribe con añoro “…me gusta pensar que he contribuido a darle al Perú una imagen ganadora en la cual reflejarse. Estoy convencido de que el día que perdamos la fe ya no seremos nada, porque vamos a quedarnos sin la ilusión, sin el deseo, sin la pasión para hacer las cosas. La fe es como el trampolín que nos impulsa a conseguir lo que queremos”.[1]

¡Sí, se puede!... en Israel
“¡Sí, se puede!”, es similar a lo que dos personajes tan iguales a sus compañeros, pero tan diferentes a la vez, dijeron, ante los testimonios negativos de otros diez que a simple vista no creían en Dios, ni en ellos mismos a tal punto de autodenominarse “insectos”.
La Biblia dice “Entonces Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo: Subamos luego, y tomemos posesión de ella, porque mas podemos nosotros que ellos” (Nm. 13:30). Además, en el afán de persuadir a sus hermanos los valeroso jóvenes reiteran “No seáis rebeldes contra Jehová ni temáis al pueblo de esta tierra, pues vosotros los comeréis como pan” (Nm. 14:9). Los doce eran israelitas, eran varones, espías, y podríamos decir más similitudes. Pero no eran iguales.

Iguales…pero diferentes
¿Qué es lo que diferencia a una persona de otra? Algunos pueden decir: “su físico”, “condición social”, “su preparación intelectual”, etc. No obstante, aunque sean indicadores de diferencias, estas no se comparan a la mayor diferencia que las personas tienen, esto es la actitud. Tan simple como parezca, actitud.
Y la actitud tiene que ver con la autoestima. Y la autoestima indica, cómo me valoro y cuánto me valoro como persona. Esto es lo que le diferencia al uno del otro. Cómo enfrento las cosas, qué hago frente a tal o cual situación. Iguales pero diferentes.

AUTOESTIMA
Virginia Satir, en su definición de autoestima asevera “es la fuente de energía personal que nos permite enfrentar la vida desde una postura de dignidad, sinceridad, fortaleza, amor y realidad…”.[2]
Antolín Diestre brinda una definición práctica “Autoestima es el modo con que experimentamos nuestra propia forma de pensar respecto a nosotros mismos, o la manera con que nos consideramos, afecta decisivamente los diferentes aspectos de nuestra experiencia”. [3]
Entender qué es autoestima es sumamente importante, y es que tiene que ver con lo que se es. Lo que piensas de ti determinará lo que será de tu vida.

Claves para lograr tener una autoestima correcta
1. Acéptate tal como eres.
Es trágico que el ser humano no se acepte tal como es. No acepte su condición física, su imagen personal. Se mira al espejo y percibe que tiene muchos “defectos” y reniegue. Según una encuesta realizada en 1998 entre adolescentes por el New York Times y la cadena CBS, cuando se les preguntaba qué era lo que más querrían cambiar, la respuesta más frecuente tanto para las mujeres como para los hombres fue “mí apariencia física” o “mí cuerpo”.[4]
En Génesis 1 se presenta la maravillosa historia de la creación, que culmina con la creación del hombre en el día sexto.
El versículo 26 dice: Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza…” la palabra “imagen” tiene aquí el sentido de “representante”, de modo que el hombre debía ser “el representante de Dios” sobre la tierra. “semejanza” implica el sentido de parecido moral, en que el hombre estaba en relación directa con Dios dándole de este modo la mayordomía de la creación. En tanto que ha causa de la caída el hombre ha perdido gran parte de la “semejanza” de Dios, sigue siendo el representante de Dios en la tierra. Sigue habiendo una dignidad inherente al hombre por su posición en la creación, incluso tras haber caído.

2. Apréciate y ámate.
Así como me acepto tal como soy, así también debo quererme. Muchas veces no estamos contentos con lo que somos, pensamos que todo el mundo es mejor. Debemos recordar que cada uno de nosotros somos importantes, somos diferentes y auténticos.
Como dice Virginia “cuando nos apreciamos y amamos, nuestra energía crece; cuando utilizamos esta energía de forma positiva y armoniosa para conservar un sistema que funcione sin problemas en nuestro interior, la energía crea un fundamento firme a partir del cual cuál yo puedo resolver de Manera creativa, realista y compasiva todo aquello que nos presente la vida”.[5]
Debemos de levantarnos cada mañana pensando que ese día va a ser un día grandioso que a pesar de los problemas que podamos tener somos capaces de superarlos. Si me acepto y quiero a mi mismo, entonces podré aceptar y amar a otros de la misma manera, recordando que no soy perfecto, pero que me quiero, valoro y acepto lo bueno que tengo.
En una oportunidad se le pregunto a Jesús “¿Cuál era el primer mandamiento de todos? El maestro respondió: “Oye, Israel: el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amaras al señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”. Este es el principal mandamiento. El segundo es semejante: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay otro mandamiento mayor que este” (Mr. 2:29-31). Jesús nos mandó a amar al prójimo, como a nosotros mismos, lo cual significa que se nos concede una cantidad razonable de amor a nosotros mismos, por lo menos tanto como al prójimo. No podríamos amar a otro si no tuviéramos respeto a nosotros mismos.[6]

3. Ten metas claras en tu vida.
No solamente debo aceptarme y quererme como soy, sino también debo tener metas claras y precisas en todos los aspectos de mi vida, teniendo un plan de vida a corto, mediano y largo plazo. Si uno no tiene metas claras, no tiene algo porque vivir, vive los días dejando que la corriente lo lleve de un lugar para el otro.
Generalmente las personas van sin rumbo, como un barco a la deriva, los seres humanos tenemos que elaborar con anticipación el futuro que queremos tener, por tanto es menester preguntarse cómo se quiere vivir en los próximos 10 años, y generar diversas estrategias que permitan llegar a ese estilo de vida proyectada e idealizada para mi, esas metas deben ser realistas pero optimistas, es decir, debemos darnos cuenta cual es el sueño que buscamos pero también debemos saber si estamos dispuestos a luchar por ese sueño.
La importancia de planificar el futuro y de tenerlo siempre presente es vital “Lo que mantiene ante sus ojos le afectará. Usted producirá lo que ve de continuo en su mente. Si usted fomenta una imagen de derrota y fracaso, entonces Usted vivirá esta clase de vida. En cambio si usted desarrolla una imagen de victoria, éxito, salud, gozo, paz experimentará lo mismo”.[7]

4. Se competente.
Es otro gran paso para tener una buena autoestima. Frente a un mundo competitivo y cambiante la autoestima se presenta como una verdadero problema al estar asociada a la necesidad que todos experimentamos de sentirnos bien con nosotros mismos.
Ya nos aceptamos, nos queremos, tenemos metas claras y debemos ser competentes para que nuestros esfuerzos en salir adelante tengan buenos resultados. David Fischman declara citando a Branden “que la autoestima tiene dos ejes: la capacidad de sentirse competente y seguro, y la capacidad de valorarse y respetarse a sí mismo”.[8]
Hoy como nunca se hace necesario un trabajo hecho con dos características que siempre se quiere lograr: eficacia y efectividad cuando uno logra alcanzarlos, entonces el bienestar de nuestra vida y de nuestro entorno será agradable pues estamos aprendiendo a surcar las aguas de un agitado mar de competencia y cambios, que amerita el dominio de una serie de conocimientos y habilidades.

5. Ten fe, confianza en Dios.
Así como tenemos confianza en nosotros mismos, también debemos tener fe y confianza en alguien más poderoso que nosotros, nuestro creador, Dios.
Debemos recordar que Dios es un Dios perfecto, y aunque el pecado degeneró nuestra condición, Dios nos tiene como suma creación.
El apóstol pablo entendió esta realidad al afirmar que la vida plena se vive entendiendo una sublime realidad “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del hijo de Dios, el cual me amo y se entrego a sí mismo por mí”. (Gál. 2:20).
Dios no sólo nos creó sino que nos sustenta y nos rescató para que seamos felices. Él es el primer interesado en nuestra felicidad. Su palabra es “lámpara” busquemos todas las mañanas su dirección. El salmista dice “Encomienda al Señor tu camino confía en Él. Y Él obrará” (Sal. 37:5).

Conclusión

Lo único que diferencia al uno del otro es tu forma de ver las cosas, tu actitud ante las situaciones diversas, a eso le llamamos autoestima. Tal vez, es ese el problema por el cual a muchos les cuesta salir de su condición, porque no han aprendido a verse como lo que son “hijos de Dios”.
Tener una adecuada autoestima es un proceso de cada día, es un proceso porque no es estática, porque día a día nos vemos enfrentados a realidades que hacen que nuestra vida cambie, duelos, pérdidas, abandonos, alegrías, logros, que hacen que los cimientos que creíamos sólidos se debiliten y debamos cuestionarnos de nuevo, es por eso que debemos estar evaluándonos permanentemente y viendo que aspectos de la vida puedo mejorar.
Finalmente, el mundo enseña “en ti está el poder”, “tú puedes lograrlo todo”, “tú eres un ganador”, etc. No está mal creer en uno mismo, el error más grande es creer que sólo lo puedes, y la verdad solo no puedes nada. Eres valioso ante los ojos de Dios, pero recuerda las palabras de Cristo “…separado mí nada puedes hacer” (Jn. 15:5).
Hoy puedes emprender una nueva historia en tu vida, puedes escribir una página en blanco, sabiendo o recordando que eres alguien especial. Muy igual a todos, pero diferente a la vez. Pero diferente porque Dios te hizo especial.

REFERENCIAS.
[1]Fredy Ternero, Sí, se puede. La conquista de un sueño (Lima: Woon, 2004), 264.
[2]Virginia Satir, Nuevas relaciones familiares en el núcleo familiar (México FC.: Pax, 2002), 42.
[3]Antolín Diestre, El Estrés, su diagnostico, causa y tratamiento (Barcelona: Clie, 2001), 553.
[4]Melinda Blau y Ron Taffel, Buenos Padres, mejores hijos (Bogotá, Colombia: Editorial Norma S.A., 1999), 223.
[5]Virginia Satir, Nuevas relaciones familiares en el núcleo familiar (México: Editorial Pax, 2002), 44.
[6]James Dobson, Enciclopedia de problemas familiares (Barcelona: Editorial Clie, 1982), 263.
[7]Joel Osteen, Su mejor vida ahora, siete pasos para vivir a su máximo potencial (Florida, USA: Casa Creación, 2004), 4.
[8]David Fischman, El camino del líder, historias ancestrales y vivencias personales (Lima: Ediciones el Comercio, 2000), 26.
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