miércoles, 19 de febrero de 2014

¿Somos una iglesia abierta a visitas o amigos? - Para analizar


Entendiendo las necesidades del visitante 

Recibir adecuadamente a gente nueva en la iglesia requiere indagar las diversas inquietudes y necesidades de las personas, de modo que, por el trato que les damos, “nuestra gentileza sea conocida de todos los hombres” (Filipenses 4.5).


Es bueno considerar qué tipos de visitantes podríamos recibir en la iglesia, para tener una idea de lo que buscan.

Una variedad de visitas 
Los desilusionados. Son los que buscan “una iglesia que sea mejor”. La iglesia será lo que buscan o, simplemente, se irán a otro lado. La decisión sobre si volverían se basa en este criterio: debe parecer mejor que la anterior.
Los invitados. Personas que visitan la iglesia porque alguien que los conoce los invitó —muy probablemente alguien que es miembro. Es posible que no estén buscando una iglesia, pero podrían encontrar alguna razón para volver y quedarse.
Los buscadores. Este grupo anda en busca de algo espiritual. Buscan gente real con sonrisas genuinas. Están en busca de respuestas auténticas a sus necesidades y preguntas.
Los errantes. Son los que van de iglesia en iglesia. Les gusta conocer nueva gente y conectarse en una red de amistades. Otros son transitorios, moviéndose a la siguiente congregación cuando algo no les gusta. Algunas veces la conducta errante se debe a que su empleo los fuerza a viajar de un lugar a otro.
Los que echan raíces. Estos visitantes buscan un lugar donde establecerse en forma estable. Cuando buscan una iglesia, están buscando más que “un lugar para pasarlo bien”. Buscan un lugar donde servir.

Entender lo que diferentes visitantes buscan puede ayudarnos a conocer sus necesidades y a determinar si nuestra congregación es o no lo mejor para ellos.

El proceso de “ganar” a los visitantes 
En el culto se les pide a los visitantes que llenen un cuestionario, si desean. Una vez que entregan esa información, la iglesia inicia con ellos un proceso de interacción de varias etapas. Puede haber bienvenidas especiales y comidas de presentación, entrega de regalos, y otras formas creativas.
El proceso en sí puede diferir de iglesia en iglesia, sin embargo, la corriente de actividades más común se bosqueja a continuación: 
El pastor u otros obreros se acercan a saludar a los visitantes después del culto. No hay presión sobre los recién llegados, pero durante el culto hay una simple mención de que estas personas serán accesibles.
Dentro de las 48 horas después del culto, el pastor u obrero enviará una carta o correo electrónico de agradecimiento al visitante. Lo estimulará a volver y lo invita a llamar o escribir si tiene necesidad de preguntar algo.
Dentro de los 5 días después del culto, el visitante recibirá una llamada telefónica de alguien de la iglesia, con frecuencia del obrero. El que llama dará las gracias al visitante por haber asistido y se ofrecerá para contestar cualquier pregunta.
Si el visitante no regresa, la iglesia continuará enviando cartas o correos electrónicos mensualmente por lo menos durante un año. Por lo general, estas cartas anunciarán las próximas actividades especiales.
Si el visitante asiste a un segundo culto o actividad, la iglesia será más agresiva, y enviará a alguien al hogar de la persona, hará otra llamada telefónica o enviará otra carta personalizada. Lo invitarán a participar en una clase para recién llegados, a un grupo hogareño de estudio bíblico, etc.
Si la persona asiste a la actividad a la cual fue invitada, lo principal es hacer que se sienta parte del grupo. El líder encargado de dicha actividad hará el seguimiento a partir de ahora, de manera aun más personalizada y, por ende, afectuosa.

Entrevista de membresía 
Una vez que la persona ha pasado de ser “visitante” a “asistente” y “miembro potencial”, el siguiente paso es hacerle una entrevista de membresía. Es una entrevista de treinta a cuarenta minutos, cuyo propósito primordial es reunir información espiritual importante de la persona.
Estas son algunas de las cosas que se buscan en esta entrevista:
La cuestión más importante para la protección de la pureza de la iglesia es pedirle al miembro potencial que dé una explicación del evangelio en un minuto. Si aún parece deficiente en su entendimiento del evangelio, el obrero le propone un estudio evangelístico de la Biblia con un miembro maduro de la iglesia antes de recomendarlo para la membresía.
Preguntar por su iglesia anterior y por qué la dejó. Se debe asegurar que las razones sean sustanciales y significativas. Se anima a la persona a traer una carta de recomendación de su iglesia anterior con el fin de que sea algo claro entre los pastores. ¿Ha sido bautizado? ¿Está dispuesto a ser bautizado si lo tiene que hacer? ¿Ha sido alguna vez disciplinado por alguna iglesia? Si es así, ¿por qué?
Se pregunta por su testimonio personal. Normalmente el obrero pregunta por el hogar en el que fue criada la persona, cuándo y cómo llegó a convertirse a Cristo, etc.
 De manera que recibir a nuevos en la iglesia es una gran tarea que trasciende al culto. Requiere de la iglesia organización, tiempo y perseverancia, pero principalmente amor hacia las personas.
Una iglesia que se distingue por esta cualidad podrá ver grandes resultados positivos en su experiencia, que de otra manera no llegaría a ver.

 Fuentes consultadas: 
George Barna, “Haga crecer su iglesia de afuera hacia adentro”.
Mark Dever y Paul Alexander, “La iglesia deliberante”. UMC.org, “Cómo recibir a las visitas en la iglesia”.

miércoles, 12 de febrero de 2014

Cuatro metas de los grupos pequeños



La construcción de la comunión en un grupo pequeño es fundamental. La unidad en adoración al único Dios verdadero, conquista la Presencia de Dios. Acompañado de un aprendizaje continuo de Su Palabra, vivifica al espíritu del hombre. De tal forma que se cumpla la misión y extensión de Su Reino.
A continuación le presentamos las cuatro metas para lograr que los grupos pequeños. Leealo aquí:

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